NOS SERENAMOS
¡Buenos días a todos!
Buscamos un momento como este… momento sin prisas para estar contigo Señor.
Cerramos los ojos y con nuestras manos en la barriga, sentimos nuestra respiración…
Ahora abrimos los ojos y nos preparamos para empezar.
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO. AMÉN.
No hay emociones buenas o malas. Lo que importa es aprender a reconocerlas y expresarlas sin hacer daño a nadie.
La tristeza nos ayuda a pedir consuelo;
La vergüenza nos enseña a ser humildes;
La furia nos recuerda que hay cosas que no son justas;
El desagrado nos protege;
El miedo nos cuida de peligros…
Y la alegría nos llena de energía y nos invita a compartir.
Cuando aceptamos nuestras emociones y las cuidamos, aprendemos a vivir mejor con nosotros mismos y con los demás.
Piensa unos momentos, en silencio:
¿Qué emoción siento más a menudo estos días?
¿Qué hago con mi furia, mi tristeza o mi miedo: me los guardo o los comparto con alguien de confianza?
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