NOS SERENAMOS
EL ERIZO GENEROSO
Vivía en el bosque un erizo tan lleno de púas que ningún animal salvaje se atrevía a acercarse.
Iba tranquilamente de un lado para otro, importándole muy poco ver aparecer a la serpiente o al león. Nada podían contra él, porque sus terribles púas podían herir a cualquiera.
Sus amigos le envidiaban, porque ellos siempre tenían que huir al encontrarse con alguna fiera.
Sin embargo, el Erizo era muy generoso, se llevaba bien con todos los animales y no le importaba lo más mínimo regalar sus púas a quien se las pidiese.
La última púa que le quedaba se la dio al ratón. Este la quería para usarla como espada contra un gato que le molestaba.
En esto llegó la serpiente. Al ver al erizo mondo y lirondo, se dispuso a comérselo. Este, tumbado panza arriba, al sol, no se inmutó.
– Cada cual debe aceptar su destino con una sonrisa – acostumbraba a decir a sus conocidos.
Cuando ya la serpiente se le acercaba, todos los animales que habían obtenido alguna púa del erizo, se abalanzaron sobre ella, armados con las mismas, y la asustaron al instante. Escapó.
El erizo agradeció a sus amigos su valiente gesto.
¡Qué lección tan maravillosa! Dio el arma que le servía como única defensa, porque él le daba más importancia al amor y a la amistad.
¿Y tú? ¿Eres como el erizo, que comparte lo que tiene? ¿Te gusta compartir para ver a los demás felices?
Seguro que tú también te sientes feliz cuando los demás comparten sus cosas contigo…
ORAMOS
Gracias, Jesús, porque pones a nuestro alrededor buenos compañeros que saben compartir.
NOS DESPEDIMOS
Madre Divina Pastora, ruega por nosotros.
San José de Calasanz, san Faustino Míguez y beata Victoria Valverde, rogad por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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